Tener una actitud positiva cuando
hay dinero en la bolsa debería de ser una tarea más fácil; si además
agregamos la salud y el que exista alguien que te demuestre su amor con
hechos y palabras, con mayor razón. Sin embargo, dime a cuántas
personas conoces que, aún teniendo todo lo anterior, sufren y se sienten
desdichados, se quejan continuamente de todo cuánto les sucede y nunca
están conformes con lo que tienen. Y cuando vemos el lado contrario nos
admiramos. Personas que tienen motivos suficientes para quejarse y no
lo hacen.
¿A qué se debe que existan esos seres
que a pesar de las adversidades tremendas a las que se ven sometidos por
razones de diversa índole, siguen sonriendo y bendiciendo la vida? ¿A
poco cuando nacemos Dios nos va a diciendo, “tu serás positivo…, tu
negativo…, tu tenderás a preocuparte...? ¿A poco es una repartición de
talentos y desavenencias? No. La actitud es una decisión. ¿Sabes por
qué he llegado a esta afirmación? Por la gran fortuna que he tenido de
conocer a lo largo de mi vida a personajes que han logrado trascender a
pesar de la adversidad.
Hoy quiero compartir contigo tres
anécdotas que me han ayudado enormemente a ver la vida diferente.
Anécdotas de personajes que como tú y como yo han sufrido y que ese
sufrimiento los ha hecho libres y más fuertes:
La primera fue hace un año, tuve la oportunidad de entrevistar en mi programa de radio a Tony Meléndez. No se si has visto el video que ha circulado por internet sobre este personaje. Un hombre que nace hace aproximadamente 40 años sin brazos debido a que su madre, durante la etapa de gestación, consumió un medicamento que le dañó irremediablemente su desarrollo.
Fue sujeto de burlas crueles por parte de sus compañeros de escuela y a las múltiples dificultades que te puedes imaginar al tener la ausencia de las extremidades superiores. Al compartirme sus vivencias, él enfatizó que sus padres lo trataban igual que al resto de sus hermanos, no había ningún tipo de consideración ni sobreprotección. Para ellos no había diferencias. El padre le enseñó que tenía que adaptarse a esto y seguir su vida. Se casó, adoptó a dos hijos y vive muy feliz.
El fútbol fue y sigue siendo una de sus pasiones, aprendió a tocar guitarra y cantó en diferentes escenarios, incluyendo el más importante para él en su vida: cantarle a Juan Pablo II en su visita a los Estados Unidos. Ahí el Papa le pidió que siguiera siendo testimonio de esperanza para quienes sufren.
“La vida es maravillosa César, y me duele ver cómo hay personas que sufren y se lamentan de lo que no tienen, a pesar de tenerlo todo. Yo cada mañana digo: ¡Yo quiero, yo puedo y yo voy a salir adelante!” Estas palabras de Tony me marcaron por siempre. En verdad no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.
Claro que la actitud es una decisión y tenemos que tomarla por nuestro bien, porque tenemos dos alternativas: o nos adaptamos a lo que no podemos cambiar o nos amargamos como tanta gente que anda por el mundo enseñando sus heridas y lamentándose de todo lo que le sucede.
Las siguientes anécdotas que quiero compartirte fueron el 9 y 10 de mayo del año pasado. Realicé dos programas dedicados a las madres. En el primero, madres ciegas desde el nacimiento, personas que han llevado su vida, que jamás han visto lo que es un color y, sin embargo, formaron, titularon y casaron a sus hijos a pesar de su discapacidad. Y el siguiente fue un programa de madres que han sufrido la muerte de un hijo.
Formulé una pregunta muy especial a las madres ciegas: ¿si pudieran cambiar algo en sus vidas, que sería? Obviamente esperaba una respuesta que estoy seguro tu también esperarías. Una de ellas me contestó que hubiera cambiado a su marido porque “¡era muy necio!”, la segunda, contestó que cambiaría su carácter desde mucho tiempo antes porque sentía que era muy impulsiva y la tercera dijo simplemente que nada, que no cambiaría nada. Ya sabrás cómo me quedé impresionado con las respuestas y les pregunto: “¿Bueno y que ninguna de ustedes pediría ver?” No olvido la respuesta de una de ellas. “¡No, claro que no! Así estamos muy a gusto. ¡Si no viendo es un problema, ahora viendo!” Su capacidad de adaptación es enorme y su fortaleza ante la adversidad más. Disfrutan y bendicen sus vidas. No me quedó la menor duda.
Perder a un hijo estoy seguro que es el dolor más grande que podemos padecer, y entrevistar a tres madres que bajo diversas circunstancias perdieron a sus hijos fue para mi conmovedor y a la vez esperanzador. La primera, perdió a su bebé a los meses de nacida, por una rara enfermedad congénita. La segunda, el terrible cáncer le arrebata a su hijita a los seis años de edad y, la tercera, la madre de una jovencita llamada Anita Nassar, cuyo asesinato conmocionó a todos los regiomontanos. No tengo palabras para describir todo lo que sentí en esa entrevista. Cómo Dios da fortaleza y consuelo a quienes se lo piden, pero sin duda el testimonio que más me impresionó fue el de la madre de Anita, quien con su Biblia en la mano me dice: “desde el momento en que supe que mi hijita fue asesinada, yo perdoné al agresor”. El dolor inmenso que sufrí se agravaría si, además de esto, incluyo el coraje y el rencor. Sé que es difícil de creer, pero es la verdad”.
Nadie dijo que vivir iba a ser tarea fácil. Nos sometemos continuamente a situaciones en las cuales se pone a prueba nuestra templanza y fortaleza.
El poeta latino Quinto Horacio Flaco escribió: “La adversidad tiene el don de despertar talentos que en la prosperidad hubiesen permanecido durmiendo”. Y esto lo vemos en todos los casos anteriores. No sabemos de qué somos capaces hasta que nos sometemos a las tribulaciones.
Deseo que no olvides que El Ser Supremo nunca permite un dolor más grande del que puedas soportar y que en la adversidad es cuando se pone a prueba nuestra Fe.
¡Ánimo!
Hasta la próxima.
La primera fue hace un año, tuve la oportunidad de entrevistar en mi programa de radio a Tony Meléndez. No se si has visto el video que ha circulado por internet sobre este personaje. Un hombre que nace hace aproximadamente 40 años sin brazos debido a que su madre, durante la etapa de gestación, consumió un medicamento que le dañó irremediablemente su desarrollo.
Fue sujeto de burlas crueles por parte de sus compañeros de escuela y a las múltiples dificultades que te puedes imaginar al tener la ausencia de las extremidades superiores. Al compartirme sus vivencias, él enfatizó que sus padres lo trataban igual que al resto de sus hermanos, no había ningún tipo de consideración ni sobreprotección. Para ellos no había diferencias. El padre le enseñó que tenía que adaptarse a esto y seguir su vida. Se casó, adoptó a dos hijos y vive muy feliz.
El fútbol fue y sigue siendo una de sus pasiones, aprendió a tocar guitarra y cantó en diferentes escenarios, incluyendo el más importante para él en su vida: cantarle a Juan Pablo II en su visita a los Estados Unidos. Ahí el Papa le pidió que siguiera siendo testimonio de esperanza para quienes sufren.
“La vida es maravillosa César, y me duele ver cómo hay personas que sufren y se lamentan de lo que no tienen, a pesar de tenerlo todo. Yo cada mañana digo: ¡Yo quiero, yo puedo y yo voy a salir adelante!” Estas palabras de Tony me marcaron por siempre. En verdad no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.
Claro que la actitud es una decisión y tenemos que tomarla por nuestro bien, porque tenemos dos alternativas: o nos adaptamos a lo que no podemos cambiar o nos amargamos como tanta gente que anda por el mundo enseñando sus heridas y lamentándose de todo lo que le sucede.
Las siguientes anécdotas que quiero compartirte fueron el 9 y 10 de mayo del año pasado. Realicé dos programas dedicados a las madres. En el primero, madres ciegas desde el nacimiento, personas que han llevado su vida, que jamás han visto lo que es un color y, sin embargo, formaron, titularon y casaron a sus hijos a pesar de su discapacidad. Y el siguiente fue un programa de madres que han sufrido la muerte de un hijo.
Formulé una pregunta muy especial a las madres ciegas: ¿si pudieran cambiar algo en sus vidas, que sería? Obviamente esperaba una respuesta que estoy seguro tu también esperarías. Una de ellas me contestó que hubiera cambiado a su marido porque “¡era muy necio!”, la segunda, contestó que cambiaría su carácter desde mucho tiempo antes porque sentía que era muy impulsiva y la tercera dijo simplemente que nada, que no cambiaría nada. Ya sabrás cómo me quedé impresionado con las respuestas y les pregunto: “¿Bueno y que ninguna de ustedes pediría ver?” No olvido la respuesta de una de ellas. “¡No, claro que no! Así estamos muy a gusto. ¡Si no viendo es un problema, ahora viendo!” Su capacidad de adaptación es enorme y su fortaleza ante la adversidad más. Disfrutan y bendicen sus vidas. No me quedó la menor duda.
Perder a un hijo estoy seguro que es el dolor más grande que podemos padecer, y entrevistar a tres madres que bajo diversas circunstancias perdieron a sus hijos fue para mi conmovedor y a la vez esperanzador. La primera, perdió a su bebé a los meses de nacida, por una rara enfermedad congénita. La segunda, el terrible cáncer le arrebata a su hijita a los seis años de edad y, la tercera, la madre de una jovencita llamada Anita Nassar, cuyo asesinato conmocionó a todos los regiomontanos. No tengo palabras para describir todo lo que sentí en esa entrevista. Cómo Dios da fortaleza y consuelo a quienes se lo piden, pero sin duda el testimonio que más me impresionó fue el de la madre de Anita, quien con su Biblia en la mano me dice: “desde el momento en que supe que mi hijita fue asesinada, yo perdoné al agresor”. El dolor inmenso que sufrí se agravaría si, además de esto, incluyo el coraje y el rencor. Sé que es difícil de creer, pero es la verdad”.
Nadie dijo que vivir iba a ser tarea fácil. Nos sometemos continuamente a situaciones en las cuales se pone a prueba nuestra templanza y fortaleza.
El poeta latino Quinto Horacio Flaco escribió: “La adversidad tiene el don de despertar talentos que en la prosperidad hubiesen permanecido durmiendo”. Y esto lo vemos en todos los casos anteriores. No sabemos de qué somos capaces hasta que nos sometemos a las tribulaciones.
Deseo que no olvides que El Ser Supremo nunca permite un dolor más grande del que puedas soportar y que en la adversidad es cuando se pone a prueba nuestra Fe.
¡Ánimo!
Hasta la próxima.
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