Esperar contra toda esperanza
Por Dr César Lozano
“La fe es garantía de lo que se espera;
la prueba de las realidades que no se ven. Por ella fueron alabados
nuestros mayores... Sin fe es imposible agradarle, pues el que se acerca
a Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan. Por
la fe, Noé, advertido por Dios de lo que aún no se veía, con religioso
temor construyó un arca para salvar a su familia; …..
Por la fe, Abraham, al ser llamado por
Dios, obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y
salió sin saber a dónde iba. Por la fe, peregrinó por la Tierra
Prometida como en tierra extraña, habitando en tiendas, lo mismo que
Isaac y Jacob, coherederos de las mismas promesas. Pues esperaba la
ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto y constructor es
Dios”. (Hebreos 11, 1-10)¡FELIZ AÑO NUEVO! Es la expresión, es el canto que resuena en estos días del inicio del año, signo de la esperanza que aún se mantiene viva en nuestra sociedad. Y quiero remarcar la palabra ESPERANZA, porque en medio de un mundo tan golpeado por la debacle económica, la inseguridad social y política y los aumentos en los precios de los productos básicos donde vemos claramente que los pobres serán aún más pobres, aquello que nos impulsa a ver las cosas todavía con optimismo es precisamente la esperanza.
Tenemos que distinguir entre esperar y esperanza. Muchas personas tienen “esperas”. Por ejemplo, hay papás que esperan a que su hijo encuentre un buen trabajo; otros papás esperan que su hija se gradúe de la escuela; al inicio del año todos esperamos que nos vaya muy bien y que mejore nuestra condición. Realmente todas estas esperas son buenas y tienen mucho sentido, pero distan de lo que significa tener esperanza, porque dependen en gran parte de las circunstancias, parecen más anhelos, sueños, ideales utópicos, donde la actitud es un tanto cuanto pasiva.
La ESPERANZA, especialmente la esperanza cristiana, se encuentra en otra dimensión, ya que ésta se dirige hacia una actitud interior donde la persona siente todo un impulso, una fuerza que lo empuja a realizar aquello que debe hacer, sin vacilación ni dudas. En este tipo de esperanza no hay meta a la que no se llegue, sueño que no se haga realidad, batalla que no se conquiste.
En las otras esperas hay dudas, incertidumbres y mucha pasividad. Con la esperanza cristiana hay seguridad, certeza y toda una puesta en marcha. Aquí, la persona se pone a trabajar en serio por aquello que requiere y necesita, no se dobla ante la adversidad, no se quiebra ante la presión y no se deja llevar por la corriente.
Este tipo de personas saben en QUIEN han puesto toda su confianza y saben que no quedarán defraudados, porque ÉL nunca falla, nunca abandona y nos suelta de su mano. Bien dice el apóstol san Pablo: “todo lo puedo en AQUEL que me conforta”. Esta frase es muy clara: Nada es imposible porque nada es imposible para Dios, como bien lo dijo el Arcángel san Gabriel a la Virgen María en la Anunciación y sobre todo lo expresó Jesús a sus Apóstoles. Si nada es imposible para ÉL, en Él nada es imposible para nosotros.
Después menciona otra palabra muy hermosa: ”conforta”. Esta expresión tiene dos sentidos: a) consuelo y b) fortaleza.
a) Consuelo:
Dios nos consuela porque sabe que nuestra vida no es nada fácil. Este año nos depara situaciones muy difíciles y para muchos, muy dolorosas. Por esto mismo necesitamos del consuelo sobrenatural, aquel que sólo procede de nuestro Señor. Necesitaremos mucha paz y vivir ecuánimes y serenos para enfrentar toda adversidad y superar cualquier golpe que se nos presente. Y no sólo esto, hay que aprender a gozar los buenos momentos que seguro vendrán.
b) Fortaleza:
Por otro lado, la palabra “conforta” significa fortaleza. ¿Cuántas veces nos hemos hecho propósitos o compromisos al inicio de año y no los hemos cumplido? Muchos, infinidad de ellos. Pero ¿por qué no podemos cumplirlos? Porque somos débiles, frágiles, comodinos e inconstantes. Es necesaria la fuerza sobrenatural que nos AYUDE (no que haga por nosotros) a conquistar nuestras metas. Todo esto lo podremos lograr si buscamos la fuerza que viene de Dios: “Todo lo puedo en AQUEL que me conforta”. Por eso es necesario buscar a Dios, insistirle en la oración, hay que tenerle paciencia y hay que confiar plenamente. Recordemos que el gran secreto de la oración está en “esperar”. Dios sabe el momento, a nosotros nos corresponde estar dispuestos y abiertos a Él.
Definitivamente, vienen tiempos nuevos y estoy seguro que serán mucho mejores que los que se han ido, y serán mejores porque ÉL está en nuestra historia y en nuestras vidas. Será importante buscar a Dios no sólo al inicio del año para pedirle, sino hay que buscarlo todos los días para ofrecerle nuestra vida y nuestras acciones y poner en sus manos todo lo que somos y tenemos.
No debemos bajar los brazos, nunca. Hay que luchar en todo momento y hacer todo lo posible porque aquello que queremos para nosotros lo logremos también para los demás. No debemos tomar agua sólo para nuestro molino, ya que en este barco de la vida vamos muchos y muchos nos necesitan. “No se trata de llegar solo y primero, sino juntos y a tiempo”.
Recordemos aquella frase de san Ignacio de Loyola: “Pon en Dios todo, como si todo dependiera de Él y hazlo todo, como si todo dependiera de ti”. La ESPERANZA cristiana la podemos entender a lo mexicano con el viejo y conocido refrán: “A Dios rogando y con el mazo dando”, porque nos se trata de esperar con los brazos cruzados, sino de trabajar junto con Dios sabiendo que Él siempre pondrá infinitamente más de lo que nos podamos imaginar.
La ESPERANZA es lo que mantiene nuestras ilusiones, gozos y alegrías. Una persona sin esperanza prácticamente está muerta, su vida no tiene sentido. La esperanza nos hace forjar un futuro prometedor, más feliz, digno, humano y sobrenatural. Por eso la ESPERANZA tiene una doble dimensión: confiar plenamente en Dios y ponernos en marcha trabajando arduamente para conseguir todo aquello que necesitamos y merecemos.
0 comentarios:
Publicar un comentario